miércoles, 21 de mayo de 2014

CUANDO EL GRIS EXIGE UN PARAGUAS NARANJA

Amaneció tan gris que opté por salir a comprarme un paraguas naranja. No lo encontré, a veces los deseos más simples se vuelven imposibles.
Un tren pasó a mi lado y me fui sin saber a dónde y empezó la llovizna.
Otro sentido tiene la lluvia desde la ventanilla de un tren que olvidó la puntualidad, la prisa, el tiempo. Otro sentido tienen la vida y sus paisajes: las hojas amarillas incendiando los grises, una señora con cara triste y chubasquero rojo, una pareja desafiando el frío con sus besos, la fiesta de unos niños en un charco.
El traqueteo arrullador y el abrazo helado del viento hacen vibrar mi cuerpo con un escalofrío digno de un orgasmo.
Es evidente mi placer, mi gozo; tanto se me nota que pienso en un café y alguien pasa y me mira con ganas de invitarme a... (queseyoaqué)
Resulta tentador pero le ignoro, no sé cómo explicarle que sólo necesito un paraguas naranja.

Siguen el tren y la lluvia
Siguen el gris y mis ganas de un paraguas para encender el día.

Me voy al cumpleaños de un amigo payaso que no supo la magia suficiente para que hubiese sol el día de su fiesta. Imagino globos y colores pero hay sólo silencio. No habrá fiesta y se va mi cabeza al dichoso paraguas.Afuera llueve y ya la noche se apura para cerrar el cielo a las seis de la tarde.

Llega Vicente, un niño autista que me ha visto sólo dos veces apuradas y hace más de un año.
- Hola, Aldo, yo te cuento un cuento y tú me cuentas otro- dice de golpe, sin pausas, sin respirar.
Yo siento que la tarde se enciende, que se acaba la lluvia afuera y que empieza en mis ojos.
Me cuenta la historia de una pajarita de papel que cobra vida a cambio de que yo le cuente "La cucarachita Martina", cómo negarse, cómo negarme.
Lo contamos juntos, lo contamos todos: Vicente, María, Gonzo y yo.
Es tan lindo que a mi la tarde se me vuelve fiesta y Vicente se aprende, a la primera, el estribillo de Ronda de Luces y cantamos a dúo.
Hay extraños arcoiris que aparecen de noche, sin sol, sin soñarlos, sólo con un una sonrisa

Y Vicente concluye:- Aldo y yo somos hermanos para siempre, lo hace buscando la palabra precisa para crear la frase perfecta.

Vale la pena salir a comprarse un paraguas naranja porque el camino se va llenando de colores y la vida se enciende, se ilumina, reluce.

lunes, 17 de marzo de 2014

DE LOS OFICIOS, LOS SENTIMIENTOS Y LAS TRAMPAS

Hay días que todo reluce, relumbra, brilla y entonces creo que la luz marca el camino.
Hay días como este en que no sé si es luz o sombra lo que me piden alma, vida y ventura pero es cuando más precisas se vuelven las palabras porque me siento más desnudo, más honesto, más yo.
Me gusta este oficio que me ha ido eligiendo y armando, que me ha hecho crecer, despegar e incluso mirar sin miedo ni pudores a la raíz de mi esencia pero me asusta a la par que me compromete, me aliena de los "grupis", las modas y las tendencias a la vez que hace más visible mi voz; entonces me dan ganas de callar para siempre y dedicarme a otro oficio nutritivo y humano, complejo y salvador, poético , seductor: la cocina, por ejemplo.
Hoy es uno de esos días en que prefiero el bullir de las ollas, el canturreo del agua, la presencia del fuego y mandar a la nada esta voz que a veces se me antoja moralista, redicha, pretenciosa aunque juro que lo que hago lo construyo a fuerza de poner más verdad a mis verdades y más luces a mis secretos, a mis sombras.
Y es en este momento catártico que la vida me reta y me dice que siga, que el azar, el destino, el hado y que sé yo fueron armando esta espiral de palabras, aplausos, caminos y silencios porque hay algo que descubrir o reinventar y me avergüenzo de mis pataletas de niño sin regazo, ni leche templada y me lleno de preguntas:
¿Por qué pretenden convertirnos en predicadores, profetas y sanadores de almas?
¿Por qué no nos exigen mirarnos más adentro para que sea más honda y verdadera la palabra?
¿No sería más fácil encontrar el modo de contarnos que canturrear fórmulas y esquemas que al final nos alienan?
Lo curioso es que ya algunos se han subido al carro del engaño y de las profecías, la sanación, la farándula y el ruido y se van por caminos sin nombre poniendo cepos a incrédulos, huérfanos y necesitados de una palabra amable, de un espacio de afecto, de un "había una vez" camino, de un "colorín" faro para consolarse las prisas de la vida, las ausencias.
Reclamo honestidad, autenticidad y generosidad, que resultan conceptos enormes pero pueden ser fáciles, llevaderos, sencillos (que no simples) porque son, a mi juicio, las claves de la dignidad y es la dignidad lo que puede salvar este tiempo, a este oficio y a sus oficiantes.
Y como todo esto viene de los talleres de los últimos días, ahí os dejo el poema-cuento que cerró  y amalgamó los cuentos del Taller de Tutuma, en Oaxaca.

A la casa de ventanas enormes no se la llevó el olvido; se la llevó el viento cálido del desierto y la trajo hecha de polvo, de arena y de ceniza a un apartado lugar de la memoria. 
El hombre que sabe de silencios, descuelga un acordeón al que enmudece el olvido que la pared le impone, desdobla los apuntes de una canción que guarda y le canta a la niña de ojos luminosos y asombrados el cuento de una casa que no mató el olvido, que se la llevó el viento para que fuera siempre melodía.
Gracias a Sandra, Dalila, Carolina, Javier y Fernando por ese tiempo memorable de afectos y escuchas

martes, 25 de febrero de 2014

Y TIRANDO DEL HILO, CANTANDO, JUGANDO

Escuchaba al dúo Karma, que me encanta.
El corazón es agua, cantan. Un poema de Miguel Hernández.
Y su canción me lleva o me trae
(según quiera mirarse o pueda mirase)
y esto sale de mi o de ellos, o de su canción y mis ganas 
(según se mire o pueda mirarse)
Mi corazón
es agua, bébelo
es puerta, entra
mi corazón

aguarda, llega

Y tirando del hilo mi corazón y mis palabras me llevan a este juego o poema 
(según se mire o pueda mirarse)


Mi corazón
Es pera
Espera
Esperanza
Mi corazón de agua
Aguarda
Guarda
Mi corazón
De pera y agua
Que aguarda
Que espera

Que una esperanza guarda

miércoles, 19 de febrero de 2014

MÁS QUE PALABRAS

Hay palabras cuyos sonidos dibujan aromas y sabores en mis recuerdos; palabras que armaron de significado las ausencias que tuvo mi niñez de pueblo y que en voces adultas tenían el soniquete dulce de la melancolía.
Hay sabores que me llevan a mi calle, colores que desmienten a la ausencia y al olvido. Hay palabras que fundaron presencias y que me llevan a certezas que no fueron vivencias, a verdades que no fueron más que un trozo latente en la memoria emotiva de mis mayores.
Siempre que una alcaparra se revienta en mi boca, es  mi abuela quien nombra su sabor desde su propia voz que acude repitiendo su frase preferida para celebrar un estofado, por ejemplo: Está muy bueno-decía-pero con una alcaparrita… Y dejaba suspendido el diminutivo en la ternura que arrulla el recuerdo.
Hoy me lavé las manos y sentí el olor de mi madre, era un jabón que no estuvo en mi infancia pero que sonaba en su voz y llenaba la casa con este aroma empalagoso con el que la recuerdo extraña e inevitablemente: Palmolive- lo nombraba con la fonética castellana de sus nueve letras y el olor se fue quedando en mi como algo propio, conocido, común aunque no estaba.

Son más que palabras las palabras.  Son presencias, aromas, sabores, son memoria y su canción se estrena cada vez que la vida nos propone nombrarlas, convocarlas, despertarlas, vivirlas.