domingo, 25 de marzo de 2012

POEMA SIN NOMBRE

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Antonio Machado


¿Qué es lo definitivo si la vida es ala?
¿Qué es lo eterno si la vida es fuga?

Hay que aprender del pájaro que emigra
y vuelve
y va
y sigue partiendo
para regresar siempre
por el trillado camino
que nadie percibe
propio
secreto
como un ritual antiguo.

Hay que aprender del río
que viaja sin saberlo
intuyendo
como quien va a la nada
y se lleva en su cauce al manantial
a la lluvia
a la nube
y es luego un horizonte salado
que deslumbra y convoca.

La raíz del humano está en la entraña
en el alma
en el recuerdo
en el afecto río
que orada su existencia
y la dibuja
en la esperanza pájaro
que en la esencia palpita
en el camino invisible
que trazara la vida ancestral que nos sostiene
y nos nutre
que nos lanza al abismo
como a los pájaros
como a los ríos
para fundar caminos y horizontes.

¡Casa!


Para Jesús Mora y Carmela Fischer

La casa estaba en mí
yo soy la casa
anoche, en sueños, la he barrido
la pinté de colores
y planté un girasol en una lata vieja
que rellené con tierra del patio
donde jugué a ser niño

Y mi casa pequeña tenía un portal inmenso
mil ventanas
una cocina grande en la que me perdía
y la gente pasaba para quedarse
para pegarse a las cuatro paredes de mi alma
como se agarra el musgo a las entrañas

El sol venía a consolar mi llanto
para que dibujara con su luz
un arcoíris con mi lágrima
y la lluvia cantaba
mojando el patio que olía a toronjil
a mejorana
a gardenia
y a miel
a caña santa

Sólo estirar el brazo y todo estaba
los amigos
las fugas
los amores
el mar
una montaña
el miedo
una llanura seca
y un olivo
la mata de mangos
el olvido
el limonero viejo
y un cafeto


Y yo barría
barría
barría con fuerza
y nada se despegaba del suelo
del camino
Me estremecía el canto de la escoba
su arrullo al peinar la tierra en que he crecido
como una madre vieja que te aplaca el pelo revoltoso
con un juego de saliva y caricias
y las hojas se desprendían cantando
y quedaban colgadas de la nada
como queriendo eternizar su vuelo
ese sueño imposible de ser aves

Y entonces me despierto
con un recuerdo vago y a penas luminoso
algunos nombres propios
y mil rostros
todos mi viajes
todas mi casas
las frases de un libro corregidas en rojo
y corro a sacudir la música que se quedó callada
cuando apagué la noche
mientras, pongo el café
para anunciar que, aunque es tarde, amanezco
que la casa está en mí
que soy la casa
que lo supe recién
cuando me he abierto al mundo
para que el mundo entrara, definitivamente

sábado, 24 de marzo de 2012

Y porque el campo huele a primavera...


Siempre que algo florece, retoña o germina es primavera. Y si revientan de gozo los afectos; en el alma es primavera y es privilegio, aunque ninguno de los significados que da la RAE a esta palabra recoja la calidez, el privilegio como el ejercicio y la suerte de percibir que la generosidad y el buen hacer florecen, aún en los sitios más secos, en los tiempos donde el silencio horada carcomiendo casi todo.
Y viene a mi cabeza esta mañana ventosa y de luces extrañas Antonio Machado, su poema "A un olmo seco":

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.


Y no es abril, lo sé y sé que las lluvias no llegan como necesita la tierra que quiere reventar y sé, también, que no soy árbol, o si lo soy, porque esta manía de insistir en la raíz, de florecer y marchitar, de perder las hojas con los vientos del alma, es algo más que una metáfora; es una verdad que me ronda y es certeza en esas veces que tengo el privilegio de vivir la vida que vivo y compartirla con los que llegan y se quedan, con los que pasan de largo, con los que acuden sin saber que anidar no quiere decir eternizarse.
Y todo ello me asalta desde esta madrugada cuando pude suspirar sin miedo a escaparme, a deshacerme en el gesto. Ayer fue un viernes redondo, lo decía en el facebook, que es como ventana de barrio y que, a pesar de la frialdad, permite gritar a los amigos, estén donde estén, cómo se pinta el día o si te tiembla el alma o si esta solo o gris o luminoso.
Ayer presentamos "Recuerdos de mi única casa", un libro, una plaquette que tuvo vocación de modestia desde que nació en una habitación de La Habana. No tengo palabras, al menos no tengo las precisas para decir lo que pasó, lo que sentí, la sacudida que supuso y el compromiso que me genera.
Sólo hay una: GRACIAS. Porque ha sido de las veces que sentí el privilegio de ser de cualquier parte, el lujo de tener los amigos que tengo y el lujo del oficio que me nutre y me asusta y me libera y me ata.
Gracias a Jesús Mora que tejió magistralmente su niñez con la mía y supo dibujarse hermano de sueños y de afectos.
Gracias a Carmela Fischer Díaz que es el equilibrio perfecto de profesión, oficio, emoción, ternura.
Gracias a Carlos Cano Escribá, hermano definitivo que ilumina mis palabras más dulces y me arropa con los suyos (las suyas) como la familia definitiva que espera sentada en el portal de mi única casa, donde ya empieza a poner traspiés la ausencia; a Hernán Milla, humano irrepetible que musica mis versos y los libera del corsé de la rima; a Betriz Jiménez, amiga, nido, arrullo, campana que en su canto lanza al vuelo mis palabras; a Silvia Fernández, cubanísima y nueva en mis afectos, pero honda como la más auténtica de mis raíces, a Juan Antonio Cañizares, que llegó para poner acento a los amigos que ya tejían conmigo esta locura de inventar castillos y luces.
Y gracias a Paqui Trapero, esencia; a Paloma Mayordomo, empeño y a Vicente Montiel, honestidad y a Carmen Estrada, fuerza y gracias a tí que no leerás estas divagaciones de un sábado en que espero a los amigos para jugar a las casas, y tí que las lees porque aunque no está tu nombre, aunque no lo diga, estás tan presente como estuvieron tus ojos y tus oidos para arroparme ayer en este viaje corto pero intenso al recuerdo más mío, a la verdad honda y definitiva de mi única casa, de esa casa de la que ya sois parte ineludible y definitiva.

Es título corresponde a un verso de Mario Benedetti

sábado, 17 de marzo de 2012

No hay sábado sin sol...

Hay rachas en que todo es fuga, irremediable huida, y aunque tengas la certeza de estar, no eres más que un suspiro mínimo que se queda en la raíz del grito.
No hay sábado sin sol, dice el refrán y asisto al juego de luz y nubes caprichosas que adornan esta mañana el cielo de mi patio donde se posa, con lentitud, la primavera.
Yo tengo ganas de cantarme un bolero, de jugar a ser algo más que esta melancolía que se ha hecho amante de mis días y me estruja y me lleva y me trae.
Es que parezco triste y no estoy triste y es que parezco solo y no estoy solo, lo que parece fin es una puerta y la puerta es camino y el camino es raíz y la raíz es ala y el ala es fuga y aunque parece fin, la fuga es una puerta, un camino, horizonte...
Así hasta el infinito, como un ir hasta el recuerdo y desandarlo para inventarlo al modo que me exige este sábado con nubes y con sol y con el campo que, a pesar de la sequía, huele a primavera y por eso cantamos, como dijo el poeta.
E insisto, no estoy triste ni solo, estoy feliz de que por fin sean certeza los "Recuerdos de mi única casa", un libro breve pero mío, que nació en una habitación de La Habana, una noche en la que un telegrama urgente anunciaba la muerte de un adolescente de mi calle y tuve, entonces, la convicción de que la vida es fuga y hay que contarla para que quede viva, para que perdure porque la verdadera historia es la de andar por casa, la que lleva las acotaciones de quien la comparte contigo día a día, en ese juego de absurdas ataduras que se llama cotidianidad.
"Recuerdos de mi única casa", recoge todas la fugas que ahora son memoria y ha sido tan leal que permaneció callado desde 1998 hasta hace poco y ahora reivindica las piedras de mi calle, los viejos de mi barrio, el río que impulsó mis sueños y nutrió mi infancia por que "no hay pueblo mejor que otro, para nacer y para vivir la infancia, cualquier lugar es bueno"...

(yo que me creía narcisista y egocéntrico, ahora descubro lo difícil que es escribir de uno mismo)

En fin, que no estoy triste, pero sí melancólico porque llevo unos meses removiendo recuerdos recientes y viejos, todos al tiempo por eso insisto en que hay rachas en que todo es fuga y la fuga define el desorden de estas palabras empeñadas en hacer que esta mañana de sábado no pase de largo porque no hay sábado sin sol, a pesar de que las nubes quieran apoderarse del cielo..

viernes, 9 de marzo de 2012

DE ACUMULACIONES Y APEGOS...

Hubo un tiempo en el que anduve errante, fueron testigos los barrios y las calles de La Habana.
Un hombre o un muchacho, un guajirito de Meneses (YO) iba con cuatro cosas, mi máquina de escribir sin "Ñ", un amor y mil sueños; del Cerro al Barrio Obrero, de San Matías a Playa, del Vedado a la Víbora, con escala en Meneses cada verano, para saber que tenía una única casa, un sitio al que volver, siempre que hiciera falta.
Tenía tantos sueños y éramos tan libres para gritar al mundo amores y desamores recién estrenados e impuros (como son los buenos amores) que apenas nos paramos a pensar en el privilegio de vivir aquellos años a fuerza de canción y poesía, de deseos sin nombre, de alcohol barato y envenenado, de tirarnos las tardes acomodando al mundo a nuestra medida, a la medida de nuestras alas.
De aquello quedan versos, amigos desperdigados por el mundo y el consuelo de que "cualquier tiempo pasado fue mejor"
Y todo esto se agolpa en mi cabeza mientras escucho al Trío Cervantes, que interpreta a Lecuona y a Cervantes y meto en cajas lo que puedo meter de estos años de ahora, en que además de apegos, acumulé mil cosas para poblar mi casa e imprimirle carácter, o creerme, al menos, que este era el rincón definitivo.
Y a medida que las cajas se llenan y la música suena con aroma de nostalgia, sobrevuelan los apegos, las auténticas razones: el amor que se fue, los amigos que están, los recuerdos de un trocito de vida, construida a golpe de cuentos, afectos y palabras, de viajes, de ganas, de raíz arrancada y alas nuevas.
¡Cuántas dudas plantan su mala cara a las certezas!
El tiempo sedentario agoniza y la vida nómada se pone los zapatos de ser libre. Esperaran las cajas mi regreso y los amigos de verdad tendrán el café y la oreja a punto porque volveré como llegué antaño: casi desnudo, con ilusiones, miedos, certidumbres; porque un hombre de pueblo, un guajiro, necesita del horizonte para ser, para sentirse.
Y ya me lo advirtió mi amada Carolina Rueda porque alguien se lo advirtió a ella algún día: si se te acaba la ilusión de nada vale este oficio.
Pues eso, sencillamente, eso, que como la ilusión está algo herida, guardo las cosas que caben en las cajas y empaco los afectos,los apegos del alma para que estén conmigo y sostengan mis pasos, ahora que empiezo a conquistar caminos o,al menos, a intentarlo.

jueves, 8 de marzo de 2012

AROMA DE NOSTALGIA...

Hay días que se plantan con las manos en la cintura y gesto retador para decirte sin palabras que el tiempo se acaba, que hay que darle una patada a los silencios y al come-come que te desvela sin motivo aparente.
Nunca tuve que desarmar mi vida hasta esta vez porque siempre tuve un único lugar para el regreso, una única casa a la que volver y encontrar los olores de siempre, quizás por eso las sábanas me olían a infancia y a ternura, a jabón amarillo y a mi calle cuando, esta tarde, volviendo de la nada, las salvaba del frío conque la noche las "desangela", las deja huérfanas de afectos.
Y entonces tuve ganas de encontrarme y aquí estoy, palabreando a ciegas, como bordando sin luz, como desvariando; con la música del aceite chisporroteando en la cocina, como chisporroteaba la manteca los sábados aquellos en Meneses, cuando mi madre, después de doblar la ropa limpia, se empeñaba en que fueran distintas, por sus sabores, las tardes de sábado, pasara lo que pasara...
Nada, que la luna esta baja y se dibuja enorme en un cielo al que, desde este rincón, no tengo acceso y yo que soy lunático dejo a un lado las cajas que esperan para llenarse de cosas que acumulé estos años para cantar con mis palabras viejas al sabor y a olor del recuerdo en que sostengo estas alas que ahora mismo no sé a dónde me lleven...