domingo, 12 de febrero de 2012

"PRIVIGELIAO", COMO DECÍA MI ABUELA

Hace tiempo, más de una mes, que me tenía olvidado a mi mismo, a este rinconcito en el que, a veces, me dejo ver, me permito existir y repetirme y es que ando de un trascendente y un nostálgico que…
Pero como no hay sábado sin sol, ni domingo sin amor, recuerdo el sol de ayer (a pesar del frío) y escribo algo sobre la noche-presagio de este domingo de ansiedades dulces.
Estoy eufórico, no enamorado; estoy orgulloso y especialmente sensible y con la voz de mi abuela materna repitiéndome- ¡Eres un “privigeliao”!. Y es que tenía razón cuando me decía esa palabra que, en su evidente error fonético, me hace pensar hoy en los privilegios más cotidianos de mi vida: la amistad.
Ayer conté en Madrid, en la Casa de América, me encantó –como diría el irrepetible narrador y amigo argentino Claudio Ferraro- Pero eso es un poco lo de siempre es lo que pasó a mi regreso.
Llevaba semanas con la entrada esperándome en la mesa y con la insistencia de Bea y sus nervios: Lo cerca que estaba del cielo, el musical, se presentaba en Ciudad Real.
Y como soy de pueblo, de Meneses, recordé mis días de estudiante en La Habana y me compré calcetines y un pantalón, planché la camisa con vocación de ama de casa, limpié las botas y desempolvé el abrigo de los grandes acontecimientos porque ir a un espectáculo teatral es siempre un gran acontecimiento.
A las ocho y cinco minutos de la noche llegué al Quijano y ya había un gentío esperando (¡Qué buenos que te apoyen en tu tierra) busqué a Antonia para que me ubicara porque Cristina ( la superprima) se había quedado con mi sitio VIP porque era mejor para hacer las fotos. Deambulé saludando hasta que Marga y José me adoptaron (me sentía huérfano y perdido; tan guapo y tan solo en aquella multitud)
Y ahora viene lo importante: las luces y ese subidón que, desde la primera vez, me provoca el comienzo de una función…
No puedo ser objetivo porque Miguel Ángel Maroto forma parte de mis privilegios y porque actuó Bea que es un trozo auténtico de esta corta raíz que tengo en La Mancha.
Más allá del genio y la genialidad de Maroto, de la que ya tenía muestras suficientes y en primera persona, me dejé llevar por la emoción, por el privilegio tener un amigo de esos que fundan y crean y se liberan liberando al mundo.
La subjetividad me puede, al afecto me recrimina cualquier desliz crítico, pesar de que el sonido no era bueno, de que hay muchas cosas superables, a pesar de que habrá críticos con experiencia, formación y mala leche suficientes para encontrar defectos ante la virtud que se hace manifiesta enseguida que el espectáculo empieza.
¿Cuántos sabíamos que casi la totalidad del elenco son alumnos y alumnas del propio Maroto, adolescentes de esos “buenosparanada”? ¿Alguien intuye lo que cuesta poner autenticidad en un escenario cualquiera en estos tiempos de prisas y más recientemente de recortes?
Yo disfruté mucho descubriendo las cosas que sé, encontrando la voz de Maroto en cada coletilla, en cada giro, asumiendo su talento y convenciéndome de que es mucho más que esa estela incandescente que deja a su paso: Maroto es un Maestro y no de esos que perciben en la palabra el simple valor de la pedantería; Maroto es de esos maestros que yo hubiese querido en mi adolescencia para que me animara a comerme el mundo con todos mis complejos y es que, su musical, no es sólo una obra artística, es un ejercicio pedagógico impresionante, una “descomunal” propuesta de Educación por el Arte y, ante eso, me quito el sombrero y me echo a sus brazos orgulloso porque “quién dijo que todo esta perdido”
No puedo ser objetivo, no puedo ser crítico; sólo soy un “privigeliao”, a ratos pedante,y que no me perdonaría, por no olvidarlo (parafraseando a Noel Nicola) que mi amiga, Beatriz Jiménez Alambra, canto como los ángeles y me sorprendió, gratamente, en su faceta de actriz.
¿Valían o no la pena un pantalón y unos calcetines nuevos? ¿Es natural que tenga el soniquete de mi abuela repitiendo su acertada palabra maldicha?
Lo cerca que estaba del cielo es más que un musical, es una bofetada a todos los que no creen en el hombre y en la capacidad que tiene de fundar y hacer realidad sus sueños por muy lejos que el cielo nos parezca.