domingo, 25 de octubre de 2009

El cine como picnic

Soy de pueblo, exactamente de Meneses y como casi todos los chicos de pueblo el cine fue una ventana mágica a otros mundos, los posibles, los imposibles, los imaginarios.
Recuerdo entrar con un apretoncillo en el estómago al Cine Maritza (así se llamaba la hija del dueño) y con un montón de expectativas bullendo como si en ese instante mi destino dependiera de lo que pasara esa noche en la pantalla.
Mi abuelo Horacio proyectaba la película y en cuanto se apagaban las luces, se hacía el silencio, asistíamos conmovidos al nacimiento del milagro. Si eras de oído fino se sentía el chasquido de la película ( como en los discos de vinilo) y sólo se rompía el silencio si la trama exigía una carcajada, un suspiro o un grito. Otras veces sonaban estrepitosos silbidos si el rollo terminaba y el "proyeccionista" se había quedado dormido harto de ver tantas veces las mismas escenas.
Era un espectáculo, empezaba a su hora, nos vestíamos para acudir a un suceso y la acomodadora velaba por si algún remolón no encontraba una butaca vacía (las de mi pueblo no estaban numeradas)
Y todo este recuerdo acude presuroso en mi auxilio (parafraseando a Mario Benedetti) porque acabo de ver una de esas tantas películas que hoy nos venden para sacarnos los dineros, la paciencia y las ganas de seguir creyendo que el cine es un arte por encima de una industria que mueve todo lo que mueve.Pero no es la película lo que me hace escribir: es la gente, el irrespeto conque acuden como profanando el milagro de asistir a un espectáculo, cargados de palomitas, bebidas y otras mil chucherías ruidosas que otorgan a la sesión un carácter de picnic malavenido en los que el niño que fui se rebela y exige silencio, un rato de silencio porque el cine no es un bar, el cine es una fiesta de ilusiones en mi recuerdo y sigo siendo el guajirito soñador que se ponía sus mejores galas para asistir a un acto irrepetible de magia que me permitiera ver distinto mi pueblo de horizontes pequeños, mi calle sin asfalto y mi casa agujerada por el tiempo y el olvido...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Aldo:

Quería pedirte un favor, si es posible, mañana podrías contar un cuento de miedo, es para contarselo yo luego a los niños.

Un saludo y gracias de antemano